La situación de Pecco Bagnaia en este 2025 es tan compleja como evidente. Lo que verbalizó al micrófono de Izaskun quizá no fue un arrebato del momento, sino más bien el eco de algo que lleva tiempo rumiando en silencio.

Este año, más que nunca, la temporada se le presenta como un muro: ni fácil de atravesar, ni sencillo de escalar. Un muro que obliga a detenerse, a pensar, a buscar respuestas.

Desde Ducati se decidió no dar un gran salto evolutivo con la GP25. Tras la superioridad de 2024, la estrategia fue conservar una base ya dominante, y los elementos esenciales, chasis, aerodinámica y motor, se mantuvieron prácticamente intactos. Hubo retoques, sí: ajustes para ganar fiabilidad, como reconoció Uccio en Brno, pero sin alterar el carácter del motor, pero no un salto de evolución, no es el motor 2025 que fue descartado, por ambos pilotos. Y, sin embargo, para Bagnaia, esos “pequeños cambios” han trastocado sus sensaciones.

En un piloto tan sensible, tan dependiente de la precisión mecánica como Pecco, esa diferencia mínima puede convertirse en un abismo.

Aquí entra en juego un factor que pesa aún más: la comparación con el compañero de box. Tener al lado a Marc Márquez, capaz de arrasar con la misma moto, amplifica cualquier debilidad y cualquier duda. No es que la Ducati esté hecha para Marc, eso sería una conspiración absurda, pero sí es cierto que la capacidad camaleónica del 93 para adaptarse a lo que tenga entre manos contrasta brutalmente con las necesidades milimétricas de Bagnaia.

La pregunta es inevitable: ¿está la GP25 por debajo de la GP24? Personalmente debo decir que en cuanto a potencial de rendimiento no lo parece, si no Marc no podría estar dominando como lo está haciendo. Por muy temporada de récord que esté haciendo Marc Márquez y por muy alien que me parezca el chaval hoy día en este MotoGP no se puede marcar tanto las diferencias como antes, o tienes una moto que tenga el potencial para estar ahí o es imposible, Marc lo está y con solvencia, el año pasado con el gap entre la 23 y 24 no podía estar realmente en la lucha por el título. Lo que ocurre es que la moto del año pasado, más dócil y accesible, permite que muchos pilotos expriman su potencial de inmediato. En cambio, la GP25 requiere otro tipo de adaptación, y ahí Marc está mostrando por qué es considerado un “alien”. Con la misma máquina, Bagnaia se hunde en dudas, mientras Márquez se eleva con una autoridad que recuerda a sus días dorados.

Puede que la GP24 sea la moto más dócil, la más accesible para todos los pilotos, la más equilibrada, como quieran decirlo, pero dentro de todos estos años de dominio absoluto de Ducati ningún piloto de su fábrica ha dominado tanto como Marc con esta GP25 y sabiendo que al final de un reglamento los fabricantes suelen estrechar las diferencias tener a Marc Márquez contigo es un seguro de vida.

Ducati, por su parte, vive una paradoja. Han dominado la era MotoGP como nadie, pero no siempre con el piloto que ellos querían. En Borgo Panigale no basta con que gane una Ducati: quieren que gane la Ducati, la roja, la oficial. Y, tras varios años de hegemonía técnica, sólo se han llevado dos mundiales con su equipo de fábrica. Este 2025, en teoría, debería ser el título más sencillo de su historia. Pero mientras Márquez allana el camino, Bagnaia se consume en la sombra.

El factor psicológico aquí es determinante. Jorge Lorenzo lo resumió con crudeza en DAZN:

“Cuando pasas por momentos así, empiezas a creer menos en ti mismo. Y cuando crees menos en ti mismo, tienes menos confianza, pilotas con más dudas y más lento.”

El problema es que, cuando las certezas se desvanecen, la presión y las dudas se multiplica.

Y es ahí donde aparecen los fantasmas. Bagnaia admitió que su paciencia se está agotando. La cuestión ahora es si la paciencia de Ducati también lo está haciendo.

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