Hay veces en el deporte en las que la realidad va por un lado y la narrativa por otro. Que alguien esté siendo el más rápido no siempre significa que sea quien manda. Que alguien domine no garantiza que esté al frente. Y en ese espacio, entre lo que vemos y lo que dicen los números, es donde ahora mismo vive Marc Márquez.
Y es ahí donde emerge una extraña contradicción. Porque todo lo que transmite Marc en pista, ritmo, confianza, iniciativa, invita a pensar que está escribiendo un nuevo capítulo de su legado. Sin embargo, la clasificación nos dice otra cosa: que ese dominio no se traduce aún en liderato. Y no lo hace por dos errores. Dos domingos en los que lo tuvo en la mano y se le escapó. Por ir más allá. Por querer ganar.

Marc no es solo un piloto, es una figura que condiciona. Cuando él está fuerte, el resto se repliega, se adapta, se explica a partir de él. Pecco Bagnaia y su hermano Álex, líder del Mundial por un punto, compiten ahora no solo contra los circuitos o las estrategias, sino contra la sombra de un Marc Márquez que da la sensación de estar en otro nivel.
Reducir el análisis al error sería injusto. Porque todo lo demás está. El pilotaje, la lectura de carrera, la madurez. La conexión con la moto. Ducati, por su parte, le ha dado el entorno. Una estructura ganadora, una moto competitiva, una base que funciona. Pero todo eso no es nada si quien lo ejecuta no está en sintonía. Y Marc lo está. Lo ha estado desde la primera vuelta del año.
Eso es lo que hace de esta temporada algo fascinante. Porque hay una verdad latente, incómoda para algunos: la sensación generalizada de que el campeonato está en manos de Marc, aunque aún no lo digan los puntos.

Cada victoria suya aprieta más el nudo alrededor del cuello de sus rivales, que ven cómo, jornada tras jornada, se repite una pregunta sin respuesta: ¿quién va a ser capaz de frenarlo?
De momento, la única respuesta posible no lleva otro nombre que el suyo. Porque a día de hoy, la única forma de que Marc Márquez no gane es que Marc Márquez falle. Y eso no es un juicio, es una constatación.
El campeonato 2025 sigue en disputa y el liderato no le pertenece ahora mismo. Pero las carreras, las emociones, la conversación,la velocidad en pista, todo eso, ya gira en torno a él.
Porque hay algo más poderoso que liderar: imponer tu forma de correr. Y eso, lo está haciendo Marc Márquez cada fin de semana, nos vemos en Le Mans.