Escucho esta frase constantemente. En los directos, en las respuestas a mis tuits, en mensajes privados por Instagram: “Pecco ganaba porque tenía la mejor moto.” Y la respuesta que suelo dar es sencilla, lógica y hasta previsible para quienes me siguen de cerca: Marc Márquez también va a ganar porque tiene la mejor moto.

¿Es Marc el mejor piloto de la parrilla? Para mí, sí. Y lo digo con la misma claridad con la que afirmo que este 2025 ha vuelto a colocarse en la mejor posición posible para explotar ese talento que nunca perdió. Pero reconocer su talento no impide ver otra realidad que muchos prefieren pasar por alto: también ha necesitado la Ducati roja para volver a pelear por el título.

Y es ahí donde muchos aplican un rasero distinto. Cuando Pecco ganaba, era porque tenía la mejor moto. Ahora que Marc empieza a dominar con esa misma máquina, el discurso cambia: “Es que es Marc.” Y sí, claro que es Marc. Pero no nos olvidemos de algo: él también necesitaba esta moto. Porque en el MotoGP actual, sin una moto ganadora, ni el más talentoso puede marcar la diferencia.

Este artículo no es una defensa a ultranza de Pecco ni un ataque a quienes lo criticaron. Es simplemente un intento honesto de poner en perspectiva la realidad actual de MotoGP. Como suelo decir en mis programas: ni unos son tan buenos ni otros tan malos. O, planteado de otro modo: ¿de verdad alguien cree que cuando Fabio Quartararo acaba 12º en una carrera está mostrando su verdadero nivel como piloto? La respuesta es obvia.

Los deportes de motor han sido siempre mecanicodependientes. Es incómodo para algunos, pero es un hecho. Lo que varía, según la época, es cuánto influye el piloto en el resultado final. Y, bajo mi punto de vista, ahora mismo esa balanza está cerca del 70-30 a favor de la moto. El talento del piloto importa, claro que sí, pero su margen de maniobra está muy condicionado por el material que tiene entre manos.

Ahora bien, ese 30% no pesa igual en todos. No es lo mismo el 30% de Márquez que el de otro piloto de la parrilla. No daré nombres, no por respeto —que también—, sino porque creo que todos entendemos el mensaje.

Y esto no le quita mérito a nadie. Ni a Pecco, ni a Jorge Martín, ni al propio Marc. El piloto es, en muchas ocasiones, una víctima (o un beneficiado) del tiempo que le ha tocado vivir. Que Pecco haya ganado con la mejor moto no es un demérito. Al contrario. Estaba en el sitio adecuado en el momento adecuado y supo rentabilizarlo. Eso también forma parte del juego. Lo mismo aplica a Jorge Martín en su mejor versión. La clave no es tener la mejor moto, sino saber aprovecharla.

Marc lo ha dicho claramente: para ganar hoy en día, hay que ir en una de estas motos. En una Ducati. En el “jardín de las delicias” de Gigi Dall’Igna. Y tenía razón. Ducati ha construido un proyecto ganador, que no solo domina en pista, sino que condiciona el mercado, la parrilla, la narrativa y hasta el desarrollo de las otras fábricas. Están en otro nivel.

Y por eso, si Marc Márquez gana el Mundial 2025 —y tiene muchas opciones reales de hacerlo—, no será solo porque es el mejor piloto. Será también porque tiene la mejor moto. Porque está en el lugar en el que hoy, si quieres ser campeón, necesitas estar.

No es un juicio. Es un diagnóstico. Un retrato fiel de esta era en MotoGP. Una era en la que la moto marca el ritmo, pero en la que todavía, si tienes ese 30% de talento diferencial, puedes escribir historia.

Categorizado en: