La historia de Johann Zarco es la historia de un piloto que siempre ha nadado contracorriente. De quien ha estado cerca muchas veces y ha terminado por quedarse sin nada. De quien fue señalado como promesa, luego como talento fallido, después como veterano válido, pero nunca como ganador estable. Hasta que llega un día como este domingo, en Le Mans, y lo cambia todo.
Francia llevaba 71 años sin ver a uno de los suyos ganar un Gran Premio de casa. Pierre Monneret fue el último en lograrlo en 1954, en el circuito de Rennes. Desde entonces, una larga espera y una colección de frustraciones. Zarco, que nunca había ganado en casa en ninguna categoría del Mundial, lo hizo por primera vez… en el escenario más improbable.
Lo hizo con una Honda, una marca que desde hace dos años no saboreaba una victoria y que vive el que probablemente sea el periodo más oscuro de su historia reciente. Lo hizo en una jornada en la que la lluvia, el caos y las sanciones convirtieron la carrera en un experimento mental. Una ruleta de decisiones donde el que menos dudó fue el que más ganó.
Y, como guion escrito por alguien que entiende la narrativa del deporte, lo hizo el día que su madre fue a verle correr por primera vez en persona. Sí, en toda su trayectoria mundialista —que no es precisamente corta— la madre de Johann Zarco jamás había estado en un circuito. Eligió Le Mans, y Johann le regaló una victoria.

Pero no fue fácil. Salió último de la primera curva, tras verse envuelto en el incidente que dejó fuera a Bagnaia y a Joan Mir. Se fue a la grava. A su moto se le desplazó toda la piña de la electrónica. Y, sin embargo, aguantó. No solo eso: apostó por las gomas de lluvia desde el principio y mantuvo la calma mientras los favoritos cometían errores, eran sancionados o tenían que hacer flag to flag. Zarco mantuvo el plan. Y el plan funcionó.
“Esto es mágico y muy difícil de creer. No tengo palabras para describir lo que ha pasado”
No hay mejor forma de contarlo que con sus propias palabras: magia. Porque la magia también existe en MotoGP. Aparece cuando menos te lo esperas, como una redención para los que han sido pacientes, para los que han resistido. Zarco ha sido muchas cosas: rápido, irregular, sólido, desesperado. Pero ahora también es, al fin, ganador en casa.
Y en un campeonato dominado por Ducati, con pilotos como Marc Márquez, Pecco Bagnaia, Alex Márquez copando titulares, la historia más hermosa de este fin de semana no tiene que ver con puntos, ni con motos de última especificación. Tiene que ver con cierta justicia poética.
Porque a veces, en el motociclismo, el universo se alinea y le da un guiño al que no deja de creer.
Y Zarco creyó. Por eso hoy, mientras Francia rompe una sequía de siete décadas, el paddock se rinde ante un tipo que nunca fue favorito… pero ahora sí, eterno en Le Mans.
Fantástico artículo, Fran.
Trasciende una simple crónica. Es un relato épico que hace justicia y pone en valor ese aspecto del depoorte que lo hace una actividad humana única.
Gran homenaje el que le haces a un gran tipo.
Felicidades.
Muchas gracias, me alegro que esa sea tu percepción pues esa era la intención con este artículo.
Excelente como siempre Fran! Me acabo de sumar a esta página!! Y siempre bancando desde Argentina desde que te empecé a ver!
Mil gracias Matías!!
Excelente Fran! Como siempre, Siguiendote desde que te empece a mirar por tu canal!
Abrazo grande desde Argentina